La perfección es el límite
Hoy, como en los días anteriores, en mi momento de regreso en llegar a laburar al segundo turno (tarde), venía tranquilo y con la disposición de todos los días a dar lo mejor de mi para sacar adelante el día. Como todos los q laburamos y q tenemos conciencia d q hay q trabajar de manera sincera, sin escatimar esfuerzos, ni hacer hora, ni usar otro tipo de artimañas ajenas a la idea de tan solo trabajar y trabajar.
Llego a la puerta, entro y saludo. Buenas tardes. Hola Jorge. Te hago una pregunta. Sí. Y ahí empieza la decadencia de lo q pintaba para ser un buen día. Una pelotudez. Un olvido mínimo. Qué decirle al jefe. Mientras manifiesta q así no se debe continuar (¿?) que xqué se hace eso. Que quién fue. Yo no fui. Y los otros dicen sin embargo q tampoco ellos olvidaron poner la bandeja q recoje el agua de la cámara. (Pero jefe, era eso?, es q uno no se puede ya olvidar de algo, xq sino lo crucifican? q no ve q somos unos pobres seres humanos y de vez en cuando podemos olvidar algo ¡Por favor!). Yo la verdad que no sé. La verdad q yo no fui.
Desde hace unos días q la visión del jefe más ideal q tuve hasta ahora se va yendo por la borda, en base a los méritos de reclamar por boludeces q a todo ser humano ajetreado a veces hasta el extremo obviamente algo de aquel trabajo perfecto exigido se ha de manchar con alguna pequeña omisión (involuntaria claro), con alguna gota del piso q no se haya podido limpiar, con algún objeto dejado no en su lugar establecido por decreto jefatorial.
El jefe discutió, nos cagó la tarde y después se fue. Obviamente yo a cada una de estas absurdas declaraciones ya no vuelvo a ser el mismo de antes. Y entonces llego a descubrir q quizás por eso no duro mucho en los laburos en que estuve. Porq todo empieza de maravillas y de ahí uno aterriza de hocico con una realidad q día a día se erosiona hasta llegar a hacerse insostenible. Y uno, q antes disfrutaba de verdad su receso y regresaba con optimismo a seguir laburando se pregunta si vale la pena seguir regresando a un lugar donde en lugar de ver el mérito en el trabajo de uno sólo le encuentra el defecto y lo q haga uno lo q haga ya no alcanza para evitar q la cara q nos importa se deforme con muecas viles. Entonces uno va al laburo. Pero ya no todo es como antes. Primero será "por qué no, hay q seguir". Después empezaremos a realizar la acción q uno jamás realiza cuando en su trabajo se siente a gusto: usar su tiempo de receso para buscar otro con qué reemplazarlo.
De seguir así las cosas, no sé si aguante otro patrón más. Quizás sea mejor regresar al país de donde vine, sacar mi licencia y manejar un carrito. Y, aunq tenga q morir de hambre, dejar de ser cagado a pedo por excusas rebuscadas.
Sólo el día q deje de tener jefe llegaré a estar un poco más tranquilo. ¿LLegará?
Y sin embargo, mañana volveré a lo mismo, y aún me queda la mínima esperanza de hallar una cara optimista y un jefe animado con sus empleados.
Llego a la puerta, entro y saludo. Buenas tardes. Hola Jorge. Te hago una pregunta. Sí. Y ahí empieza la decadencia de lo q pintaba para ser un buen día. Una pelotudez. Un olvido mínimo. Qué decirle al jefe. Mientras manifiesta q así no se debe continuar (¿?) que xqué se hace eso. Que quién fue. Yo no fui. Y los otros dicen sin embargo q tampoco ellos olvidaron poner la bandeja q recoje el agua de la cámara. (Pero jefe, era eso?, es q uno no se puede ya olvidar de algo, xq sino lo crucifican? q no ve q somos unos pobres seres humanos y de vez en cuando podemos olvidar algo ¡Por favor!). Yo la verdad que no sé. La verdad q yo no fui.
Desde hace unos días q la visión del jefe más ideal q tuve hasta ahora se va yendo por la borda, en base a los méritos de reclamar por boludeces q a todo ser humano ajetreado a veces hasta el extremo obviamente algo de aquel trabajo perfecto exigido se ha de manchar con alguna pequeña omisión (involuntaria claro), con alguna gota del piso q no se haya podido limpiar, con algún objeto dejado no en su lugar establecido por decreto jefatorial.
El jefe discutió, nos cagó la tarde y después se fue. Obviamente yo a cada una de estas absurdas declaraciones ya no vuelvo a ser el mismo de antes. Y entonces llego a descubrir q quizás por eso no duro mucho en los laburos en que estuve. Porq todo empieza de maravillas y de ahí uno aterriza de hocico con una realidad q día a día se erosiona hasta llegar a hacerse insostenible. Y uno, q antes disfrutaba de verdad su receso y regresaba con optimismo a seguir laburando se pregunta si vale la pena seguir regresando a un lugar donde en lugar de ver el mérito en el trabajo de uno sólo le encuentra el defecto y lo q haga uno lo q haga ya no alcanza para evitar q la cara q nos importa se deforme con muecas viles. Entonces uno va al laburo. Pero ya no todo es como antes. Primero será "por qué no, hay q seguir". Después empezaremos a realizar la acción q uno jamás realiza cuando en su trabajo se siente a gusto: usar su tiempo de receso para buscar otro con qué reemplazarlo.
De seguir así las cosas, no sé si aguante otro patrón más. Quizás sea mejor regresar al país de donde vine, sacar mi licencia y manejar un carrito. Y, aunq tenga q morir de hambre, dejar de ser cagado a pedo por excusas rebuscadas.
Sólo el día q deje de tener jefe llegaré a estar un poco más tranquilo. ¿LLegará?
Y sin embargo, mañana volveré a lo mismo, y aún me queda la mínima esperanza de hallar una cara optimista y un jefe animado con sus empleados.
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