De párrafos "dedicados" a Fujimori

El relato de un regreso sin gloria.

"Aquel fue su retrato más revelador. A mitad de la escalera,
posando junto al cadáver del guerrillero, recreaba la típica postal del cazador con el pie sobre su presa. Una verdadera radiografía de la mente y los instintos de Alberto Kenyo Fujimori.
Habia más honor en el cuerpo acribillado del jefe guerrillero que comandó la ocupación y toma de rehenes en la residencia del embajador japonés, durante una fiesta de gala. Sin embargo, el comandante Néstor Certa Cartolini tenía entre sus razones una que, sin bien no lo disculpaba, mostraba un vestigo de nobleza en su violento accionar: quería canjear esos rehenes millonarios que atrapó en la lujosa mansión del coqueto barrio limeño de Miraflores por la libertad de un puñado de camaradas encarcelados entre los que estaba su esposa.
En cambio todo era violencia innoble y vil en la imagen del presidente que posaba triunfal junto al cadáver baleado en la escalera. Sabía cómo retratar sus victorias sobre los insurgentes. La postal del cazador junto a su presa retrató el éxito de la "Operación Chavín de Huántar" sobre los comandos del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) que habían ocupado la residencia del embajador nipón: mientras q a Abimael Guzmán, alias "presidente Gonzalo", lo retrató enjaulado y con un traje a rayas de presidiario.
(...)
Dentro y fuera del Perú, se lo veía como un estadista formidable y un estratega invencible. Era difícil imaginarlo derrotado.
Por eso fue tanta la perplejidad cuando aquel presidente infalible y todopoderoso dejó el poder de una de las formas más descabelladas y deshonrosas que registra la historia latinoamericana, y eso que es la inspiradora del realismo mágico.
Tras intentar con un desprolijo fraude electoral ocultar su derrota frente al economista y candidato opositor Alejandro Toledo, Fujimori se escapó a Japón y días más tarde, desde la tierra de sus ancestros, mandó por fax la renuncia.
Tampoco había ni vestigios del hombre infalible y todopoderoso que alguna vez todos creyeron que era, en estos días en que los peruanos observaron atónitos a un ser desencajado y las manos esposadas, cuando bajó de un patrullero para quedar en una celda.
La imagen que demostró que los estadistas invencibles y omnipotentes pueden volverse insignificantes y patéticos cuando los abandona la buena estrella, si no tienen ética y dignidad suficientes.
"

Artículo escrito por Claudio Fantini (periodista y politólogo) en la revista argentina Noticias del 29 de setiembre del 2007.

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