La historia de Javier Heraud

Es la historia de un hombre brillante terminada de manera abrupta. 29 balazos en el cuerpo, según dicen por ahí, en sus 21 años de poeta afiebrado por amor a su patria y por querer colaborar en hacerla un poco mejor. A la manera de antes. Confundido entre los guerrilleros y salvajes terroristas iba Javier. Porque todos sus compañeros podrían haberlo sido, terroristas, salvajes, inhumanos, crueles, terror de poblaciones enteras, pero Javier no. No alguien que destilaba excelencia en su sensible humanidad. No quien antes de tomar un arma disparaba con la locuacidad de sus palabras, no quien antes de ganarle a la muerte se ganó un lugar en el Olimpo de la poesía peruana, que no es decir poco.
Me pregunto qué hubiera sido de Javier si hubiera nacido un poco más adelante de esa época, vista desde hoy, con sabor a trasnoche. Precisamente no lo puedo imaginar. Pero sí se le podría enmarcar vagamente. Pasada la época de la guerrilla romántica y venida la época de la compra-de-almas y alíneate-conmigo, lo imagino enemigo declarado de la política carroñera de hoy, alejado de su entorno y disparándole sus versos sin piedad a cada uno de aquellos que la integran, o para no decir que uno generaliza, al 99,99% de sus integrantes. Y serían mucho más que 29 tiros, Javier Heraud, no podría parar, y hasta él mismo correría riesgo de autoinfligirse un disparo.
Mejor dejémoslo como está, recordémoslo como poeta, como aquel que no tuvo miedo de morir entre pájaros y árboles, y que Chabuca Granda le cante una canción...





La lección es que todos los interesados en su país, tienen que estar en lucha permanente por ganarle a la corrupción que amenaza con hacer metástasis y pudrir todo el territorio. Sólo así, de esta manera, sus mejores representantes se pueden sumar a la misma tarea, con el mismo y mejor empeño con que en épocas pasadas tomaron las armas.

Sobre la muerte de JH (Tomado de un programa emitido en mayo del 2003)




Javier Heraud 1 de 2




Javier Heraud 2 de 2




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Canciones dedicadas a Javier

Las flores buenas de Javier (Compuesta por Chabuca Granda, la canta Tania Libertad)




La camisa (Compuesta por Chabuca, cantada por Raphael)





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Carta del padre al director de "La prensa"

Lima, 23 de Mayo de 1963
Sr. D. Pedro Beltrán
Director de "La Prensa"
Ciudad

Muy distinguido señor:


Le agradecería tuviera a bien disponer se publicara la declaración que formulo con referencia a los sucesos ocurridos en Puerto Maldonado en donde perdiera la vida mi hijo el poeta Javier Heraud Pérez.

El sacrificio de mi hijo Javier ha sumido a mi familia en el más profundo desconsuelo, tanto por la forma como ha desaparecido como por la pérdida de una promesa para la cultura y el pensamiento de mi patria.

Nosotros sabíamos que nuestro hijo Javier estaba hondamente preocupado porque aspiraba a tener una vida útil y creadora. Lo prueba sus libros de poemas, pero nunca supimos que él pensara, al irse a Cuba, en otra cosa que estudiar cinematografía. Por eso las noticias de Puerto Maldonado nos fulminaron, y yo fui al lugar de los hechos porque me resistía a creerlos. Allí tuve la trágica certidumbre de la muerte de Javier. Pero mi pena, con ser insondable, se ha agrandado más aún al saber que mi hijo, que había ido allá urgido por un ideal, arrostrando los más graves peligros con el. más absoluto desinterés, había sido víctima de una cacería inhumana. Cuando, inerme en una canoa de tronco de árbol, desnudo y sin armas en medio del río Madre de Dios, a la deriva, sin remos, mi hijo pudo ser detenido sin necesidad de disparos, más aún por cuanto, su compañero, había enarbolado un trapo blanco. No obstante eso, la policía y los civiles a quienes se azuzó les disparaban sobre seguro, desde lo alto del río, durante hora y media, inclusive con balas de cacería de fieras.

Cuando el compañero de mi hijo gritó: "no disparen más", estando ya cerca de la ribera desde donde les disparaban, y según versiones orales que he recogido en la población un capitán gritó: "fuego, hay que rematarlos". Un teniente, más humano y más respetuoso de las leyes de la guerra que prohiben disparar contra el enemigo ya inerme y herido, contuvo el fuego, pero ya era tarde . Una bala explosiva había abierto un boquete enorme a la altura del estómago de mi infortunado hijo y muchas balas más se habían abatido sobre el cadáver de mi hijo, que con sus 21 años y sus ilusiones, había tratado de hacer una incitación para que cesen los males que, según él, debían desterrarse de nuestra patria.

Las leyes de Guerra prohiben el empleo de balas explosivas. Ya se ha desterrado definitivamente de las prácticas el ensañamiento con el vencido. Y las leyes humanas y sociales impiden soliviantar a los civiles para abrumar al vencido. El Perú, que siempre en la guerra fue tan generoso como Grau con sus adversarios, habrá de mirar con unánime repulsa estos graves hechos y es de desear, para que no se abra un sombrío e impune antecedente de crueldad que podría no cerrarse nunca, se haga cumplir sanción y justicia al desatado furor fratricida que ha tenido como escenario un claro río de nuestras montañas y como víctima a un mártir adolescente traspasado de ideales generosos.

Para nuestra familia, sin distingos, nuestro Javier es el símbolo de la pureza y del sacrificio.

De Ud. Muy atentamente.


JORGE A. HERAUD CRICET

Fuente

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Algunos de sus poemas

Yo no me río de la muerte
(Elegía)

Tú quisiste descansar
en tierra muerta y en olvido.
Creías poder vivir solo
en el mar, o en los montes.
Luego supiste que la vida
es soledad entre los hombres
y soledad entre los valles.
Que los días que circulaban
en tu pecho sólo eran muestras
de dolor entre tu llanto. Pobre
amigo. No sabías nada ni llorabas nada.
Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y arboles
Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reir de la muerte,
pero sí conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.
Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.
Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.
La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario.

De: "El Viaje". 1961.




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krishna o los deseos



A. C. B., interminable amigo.

Keshava, ¿con qué objeto mataría
a los míos? No deseo la victoria,
los reinos ni los placeres.
Bhagavad-Gita. I, 31



I

No deseo la victoria.
La victoria es siempre pasajera,
no queda después sino la muerte,
el regocijo, el gozo falso de la vida:
una hierba caída sobre el hombro,
un refugio que aguarda su retorno,
un escondido llanto después de la
batalla y la victoria.
Un vaso palpitante,
un cuerpo en perpetuo movimiento,
un cenicero vacío eternamente
son más efímeros que la victoria,
efímera y vana, cansada y agotante.
Difícil es remar a remo suelto,
difícil llenar el vaso lleno,
difícil cambiar el tiempo ajeno.
No deseo la victoria ni la muerte,
no deseo la derrota ni la vida,
sólo deseo el árbol y su sombra,
la vida con su muerte.

II

No deseo los reinos.
Un reino es siempre mensurable:
tantos metros y distancias,
tantos bueyes y caballos lo
separan de otros reinos pasajeros.
No deseo ningún reino:
mi único reino es mi corazón cantando,
es mi corazón hablando,
mi único reino es mi corazón llorando,
es mi corazón mojado:
mi reino es mi seco corazón (ya lo dije)
mi corazón es el único reino
indivisible,
el único reino que nunca nos traiciona,
mi reino y mi corazón,
(ya tengo el corazón)
no deseo los reinos si tengo mi
pecho y mi garganta,
no deseo los valles ni los reinos.

III

No deseo los placeres.
No existe el placer sino la duda,
no existe el placer sino la muerte,
no existe el placer sino la vida.
(El mar lavará mi espíritu en las arenas,
lo lava todos los días en el recuerdo,
lo ha lavado con palabras,
el mar no es un placer sino una vida).
El mar es el reino de la soledad y el naufragio.

IV

No deseo sino la vida,
no deseo sino la muerte.

V

Descansar en el valle
que baña el río todas las tardes,
en las arenas que cubre el mar
todas las noches,
en el viento que sopla en los ojos,
en la vida que alienta ya sin fuego,
en la muerte que respira el aire lleno,
en mi corazón que vive y muere diariamente.

Noviembre, 1960.

Comentarios

Anónimo dijo…
YA SE VIENE UN AÑO MAS DE LA MUERTE DE JAVIER HERAUD 15 DE MAYO Y AUN PIDO JUSTICIA

DESCANZA EN PAZ MI POETA

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