Ayúdame a hacer la descripción más completa de Grau q pueda haber en la internet.



Recuerdo la primera vez que leí sobre Grau. Yo era un niño q no llegaba ni a los 10 años de edad. Se trataba de un álbum de la guerra del Pacífico, lleno todo él d sus figuritas, no faltaba ninguna, q uno d los primos míos llevó para mostrarme en una de las vacaciones de verano. Ese álbum se quedaría ahí para siempre por olvido del primo, y yo lo conservaba como un pequeño tesoro, hasta q, años después, cuando ya vivía con mi familia en otra casa y yo ya pasaba la mayoría d edad, en uno d esos descuidos q siempre se fabrican los pequeños -sobretodo si son traviesos- otro primo mío, lo hizo trizas, arrancando casi todas sus figuritas y rompiendo mal el album... (ganas d matarlo no m faltaban -es un decir) pero bueno, eso no viene al cuento ahora.

Recuerdo q hojeé el álbum desde el inicio hasta el final, y le pegaba unas leídas muy resumistas a las figuritas q más me llamaban la atención, hasta q llegué a la parte del Combate de Angamos. Ahí me detuve a leer minuciosamente. Leí q Grau sólo atacaba objetivos militares, q era perseguido por una escuadra enemiga muy superior y más numerosa, que a los chilenos los volvía locos, que al hundir naves enemigas rescataba a los sobrevivientes y hasta estos se animaban a gritar "¡Viva Grau!", q era un gran hombre, un gran padre, un gran esposo; y me entusiasmaba xq no humillaba a los vencidos, emocionaba cuando le escribió a la mujer d Pratt y le mandó sus objetos personales en vez d quedárselos como trofeos de guerra, me sentía muy vivo en aquella parte del combate, y al leer sobre la manera en q enfrentó a la muerte, sabiéndose d antemano vencido -porq sus cañones no servían xra atacar al enemigo, xq estos eran más, xq estaba en jaque- no podía hacer otra cosa q ponerme a llorar d la manera en q a esa edad un niño sólo llora cuando le dan una d las mejores cuerizas d su vida. Desde ahí, m quedé fascinado con su historia. Y supe q un hombre así no podía ser admirado sólo por connacionales míos, xq la historia de un hombre así, hace sentir orgulloso no sólo al pueblito donde nació, ni al país q tuvo la suerte de ser su tierra. También es orgullo del subcontinente para mostrar q, junto a otros grandes hombres, sabe y sabrá albergar a gente presta a engrandecer un destino común soñado para nosotros, es orgullo y ejemplo de persona para todo el continente, y le pertenece al orgullo del mundo para mostrarlo como ejemplo en todas partes, en todos los lugares q sean necesarios, d q se puede ser un gran ser humano, más allá d todas las privaciones q se puedan haber tenido desde el inicio d la vida misma, y q se puede salir adelante pese a todo y disfrutar la vida en cada uno d sus pasos.

Por eso, llegado a este punto, quiero zanjar el propósito q hasta aquí me ha traído. Quisiera q esta entrada se convierta en una especie de foro. Q sirva d fuente para todos los q buscan información sobre el Combate de Angamos, y q esta fuente se vaya ampliando con el tiempo. Las únicas reglas q puedo establecer son las siguientes:
1. Los comentarios se tienen q basar en el respeto y por lo tanto no deben ser ofensivos ni para peruanos ni para chilenos (ni para gente de ningún otro país q se sume a colaborar con este propósito, o q tan solo se anime a dejar su comentario).
2. Ayudarme a hacer cada vez más grande esta entrada con información complementaria, mandándome enlaces de interés referidos al tema, datos relevantes, o ayudándome a postear algo más (me pueden mandar sus colaboraciones a mi correo de gmail jorgent82@gmail.com). Un buen poema encontrado ( o de inspiración propia) sirve, una carta emotiva también (¿cuántos se animarían a escribirle a Grau y qué le dirían desde estos tiempos q corren?), alguien q se atreva a dedicarle una canción o q rescate una canción inédita, o alguien q me pueda ayudar con infografías de diarios o revistas, o quizás propias. En fin, todo lo q sea de provecho será bienvenido.

La observación q quiero hacer es q el propósito q persigue este empeño mío -de venir a convertirse en algo así como en una minienciclopedia de Grau y la Epopeya de Angamos- está x encima del pobre formato d este blog, de mis escasos conocimientos de diseño web, y de mi típica forma -abreviada- d registrar mis palabras en el blog, sin q por ello esto signifique falta d respeto u ofensa o demérito xra la causa q persigo.

Nada más decir, para terminar esta introducción, q mi sueño es llegar a ver, algún día, una película digna de tamaño protagonista. Me la imagino muy al estilo Titanic, con ese estilo, y esa super producción, sólo q esta vez, su nombre sería Huascar y el protagonista, por supuesto, Grau.


Biografía de Grau
Como siempre,Wikipedia es una muy buena fuente para leer las biografías, y la de Grau no es la excepción.
Si uno se da el tiempo de leer la biografía completa de Grau d esta fuente, ha de destacar su apego, a lo largo d su vida, y durante la cual el Perú se debatía en medio de revoluciones internas entre los caudillos militares de la época, a la defensa de la democracia -su oposición a los golpes de estado-, su actuar honesto a lo largo de su carrera, su amor por el país, su inmensa humanidad en medio de esa carnicería q llamamos guerra.
Una segunda fuente también nos puede ayudar a comprender más aspectos de la vida d Grau. En el programa Sucedió en el Perú, tocaron este tema en una oportunidad y resulta muy ilustrativo al respecto, como para complementar lo que leímos en wikipedia.
Su historia de vida es, por decir lo menos, admirable, pero también es única, y creo q, a cualquier peruano q se precie d tal, lo hace sentir orgulloso de ser heredero de una historia q destaca su figura.

Biografía de Grau, parte 1 de 3


Biografía de Grau, parte 2 de 3


Biografía de Grau, parte 3 de 3


Infografía del Combate de Angamos
Realizada por el diario El Comercio, año 2009. Se puede ver en el siguiente enlace.


Poemas a Grau
He tratado de buscar poemas dedicados a Grau, al Combate de Angamos, en la internet. Voy a empezar por este, q me parece simplemente sensacional, lo dice todo, de la manera q hay q decirlo. Se llama Canto a Grau y su autor es Juan Ríos.

Canto a Grau

Yo canto al héroe y a la muerte del héroe,
yo canto a Grau, Comandante del Huáscar,
Capitán de la agonía, triunfador del desastre.

Loados sean en él, todos los héroes de la tierra,
los que escuchan las sirenas de la sangre
cantando en sus oídos,
los que caen del lado de la vida en los fracasos,
los que son cual olas que se estrellan
en las rocas del infinito,
los que miran a la derrota
con la misma sonrisa viril que a la victoria,
los que aceptan morir de pie,
sin preguntar por qué motivo,
los que saben jugarlo todo en una sola carta inexorable,
los que no ignoran que la nada es fiel amiga,
los que si no pueden vencer matan la muerte en su cadáver,
los que anhelan ser un yunque para que golpee su destino y cante.

Esta no es una marcha fúnebre,

un lamento vencido,
esta es una marcha triunfal,

para los que sucumben en sus puestos,
para los marinos que mueren erguidos

sobre sus puentes de mando,
para los broncos tripulantes

que yacen en los sepulcros del mar,
para los que escuchan en silencio

las campanas del fondo de las aguas,
para los que muerden su angustia,

como una dulce fruta envenenada
para los que aceptan el beso de la fatalidad

sobre la frente.

Es hermoso ganar como quien pierde,

vivir como quien muere,
pero es más hermoso aún,
perder como quien gana, morir como quien vive,
caer de bruces de la altura,
porque basta un minuto, un latido de las venas,
una voz de la garganta o los cañones,
basta un instante bello para justificar la vida,
basta un ademán de gloria para justificar la muerte.

La suprema embriaguez no se detiene,
los que la alcanzan deben morir bajo sus alas,
está madura su alma para la eternidad terrestre.
El Monitor es pequeño, pero el Océano es grande.

Yo canto al Huáscar, ave que trinaba en los peligros;
yo lo canto de hierro y madera enrojecidos,
con su afilada proa cortando las tempestades del odio;
yo lo canto en su imponente grandeza humana,
rocinante marino, arremetiendo contra rebaños de olas,
contra molinos de estrellas que el alba triste asesinaba.

Yo canto a Grau, cara al futuro en su apoteósica derrota,
Almirante del Perú por los siglos sucesivos;
Yo lo canto, huérfano de la patria en mar adverso,
abandonado hasta la entraña en brazos del destino;
yo lo canto en su hora tremenda,
bajo la suave luz de la mañana,
solitario de la gloria en su función social de pararrayos;
yo lo canto de pie en su acerada torre acribillada,
de pie en esos reflejos en que se parte en dos la vida;
Oh, corsario de los débiles,
Oh, desamparado señor de la esperanza,
Oh, blindada agonía, oh, hermano de los mares,
Oh, severo hijo de la cruz del sur en las audaces correrías,
Oh, fidedigno caballero de la razón en pleno vértigo,
Oh profundo estoico entre las aves y los vientos marinos,
Oh, sapiente, oh estratega de la muerte
dominada en los combates, intuyendo en esas noches
en que la lucidez como un cuchillo corta,
que dura menos alcanzar la victoria que haberla merecido.

Yo no canto el odio estéril, ni el recuerdo del odio,
pero canto a la fraterna sangre de los héroes
y evoco a mi Almirante en el metal azul del cosmos.
El mar choca en las playas, pero la muerte es infinita.

Es bello perder el cielo para ganar la tierra,
no anhelar más ebriedad que la de la sangre,
más resplandor que el fuego propio;
y es hermoso también, cara a la vida,
navegar serenos por las tormentas del odio,
por las artificiales tempestades de la guerra,
sin protestar si caen contrarios, los dados del destino.

Oh Almirante del Perú, oh supremo fulgor de las tinieblas,
yo quisiera alumbrar para cantarte,
las sendas obscuras de mis venas,
y gritar triunfal esas palabras que nacen en el corazón
y mueren niñas al llegar a los labios que las buscan;
porque hacía falta tu sangre,
tu sublime sangre derramada,
para mirar de frente a la derrota vestida de apoteosis
y cubrir de larga gloria, el gran fracaso iluminado.
Salud, salud a Grau, tan antiguo y presente,
caballero sin tacha y sin miedo entre la roca y la muerte,
águila del mar que la serpiente marina aprisionara.

El alma no duele cuando los labios cantan,
era un hombre para la paz nacido,
su mano era cordial y suave su sonrisa;
no era alto de estatura, hablaba poco,
pero amaba a su paisaje de tristes arenales,
a su desolado país entre el océano y la selva acorralado.

Fue marino porque así lo quiso el mar,
su palabra era firme como una lanza,
blanca y directa como una espada;
hacía siempre lo que había que hacer,
cumplía órdenes a fuer de gran señor, sin discutirlas nunca;
sabía apreciar al enemigo,
admiraba el valor en cualquier parte,
recogía a los náufragos, saludaba a los vencidos,
se conmovía de puro hombre por los otros,
era severo y justo con los suyos,
iba a la guerra como a un baile con la muerte.

Con todas las causas perdidas del mundo a cuestas, sin decirlo,
poniendo en singular, muchas plurales angustias acalladas,
Nadie sabía si le pesaba o no en el corazón
su destino de acero, “corazón de flor” se hubiera dicho,
“corazón iluminado”;
pero él llevaba clavado
algo así como picos de cuervos en el pecho
y algo implacable como un sepulturero,
ahondaba el surco debajo de sus ojos,
porque él amaba la vida como todos
y sufría al mirar cada vez más muerta a su Esperanza.

Arando el mar para sembrar semilla heroica,
peleaba el Huáscar la mañana final de Punta Angamos,
enardecido, estoico, sereno, solo, humeante,
acorralado, entre el cielo y la costa acorralado,
al tope la bandera coronada de estrellas de pólvora caliente;
quién dijo, quién, que la muerte es sólo una,
que la muerte se entrega así nomás al primer venido?,
quién dijo, quién dice aún, quién dirá más tarde,
que las victoria valen siempre más que las derrotas?

Buen tapete es el mar para los dados del destino,
buena arboleda el Huáscar para el hacha de las llamas,
para los férreos, potentes e invulnerables
acorazados de Chile, leñadores del Pacífico,
talando el templado bosque náutico.

Yo saludo y canto a la curtida tripulación del Huáscar,
a los inconcebibles hijos del fuego
que el agua verde enamorara,
a los sucesivos oficiales que la muerte fue nombrando capitanes,
a los furiosos hombres del cañón y de las jarcias,
a los insomnes vigías ateridos
y a los sinfónicos esclavos del infierno,
los membrudos fogoneros que soñaba el viento libre.

Yo no lloro la tragedia de Angamos, yo lo canto:
el barco es pequeño y el océano es inmenso;
pero la muerte es más grande y lo contiene todo.

Estaba sublime el mar
cuando sus cabellos llegaron a la muerte.

Fuente


ODA PINDÁRICA A MIGUEL GRAU
Autor: José Gálvez

Frente al océano ¡ OH Grau!,
semidiós lleno de bondad humana,
te evoco como a un gran pénate lírico:
y al evocarte, ¡OH gran señor del mar!
los mitos y los símbolos florecen
y se encarnan en henchidas imágenes radiantes.

No son mentiras vacuas,
ni son fantasmagóricos alardes
esas figuraciones tutelares:
la leyenda, la historia y la gloria y la patria
que, por ellas,
un hálito divino infunde en lo pasado vida sacra,
y a las cosas que fueron las salva del olvido;
un hálito divino, que hincha las palabras,
como velas de barcos atrevidos
que van al infinito.

Puede la vida triste irse como una sombra,
pero quedan, de las almas sublimes,
el resplandor y el eco de vibración perenne,
que rescata en una sagrada resurrección,
a los hombres que encarnan ,
en misiones eternas, ideal y abnegación..!

Locura de poeta, creencia popular,
son las que captan el mensaje
que se vuelve a cantar,
cuando en la hora trágica
la carne de los héroes se hace polvo
y el alma vuela al cielo para lucir eterna,
como una estrella tutelar,
de esas que marcan camino de la tierra
para el mortal que pasa,
ruta celeste para el mortal que ha de durar.

Y así ¡OH Señor de nuestro mar!
al evocarte vienen con nuevos atavíos
las antiguas estampas.
No son mentiras, no, los símbolos,
la leyenda, la historia, la gloria y la patria.

Fuiste la encarnación del sacrificio,
fuiste la encarnación de la esperanza,
y como Cristo bien sabías que te sacrificabas.

Como a un gran corazón,
iba hacia ti la sangre de la patria,
que su dolor sentía en tu dolor,
que por ti palpitaba, y que confiaba en ti su salvación.

Todo lo fuiste tú, todo, en un instante:
la epopeya, el ensueño, la audacia y el misterio,
lo incomprensible y casi inalcanzable
con que esperaba redimirse un pueblo.

La Patria, tú tal vez como nadie, lo sabías, la forjan
los que sufren, los que luchan, los que se sacrifican;
que en el surco del pueblo,
el sacrificio es la única semilla que hace brotar la flor del patriotismo.
Tú fuiste así; por eso son eternos
tu nombre y tu recuerdo.
En la tremenda hora de patriótica angustia
ibas sobre las ondas como un ave silente
en formidable empeño de aventuras
desafiando a la muerte y a la suerte,
y tras tu frágil nave, como un viento propicio,
iba el cálido aliento con que seguía tu ilusión tu pueblo.

Nunca tuvo una estela más luminosa un barco,
como la estela que dejó tu nave,
ni jamás las estrellas alumbraron
a un buque solitario,
de más pura y romántica osadía,
como al romanticismo de tu barco,
retoño nuevo de caballerías.

Viejos, niños, mujeres,
tus campañas seguían como en sueños,
y se echaban al vuelo, por tu nombre,
las líricas campanas.

Señor de la sorpresa,
recorrías impávido las costas enemigas.
Absorta te contemplaba y aclamaba América,
-flores de damas, ritmos de poetas—
y hasta la vieja, indiferente Europa,
depuso su soberbia ante tu gloria.

De las galeras que cantara Homero,
de los pueblos feacios,
tu nave fue sublimación airosa;
veloz y silenciosa como un sueño,
caía como un rayo, se iba como una sombra.

Ensoñación del mar en flor de hazaña,
era mito, milagro, fantasía:
maravillosa mezcla de caballero y de fantasma,
sorprendía, apresaba, combatía.

Tú eras la Patria, sobre el mar, bajo el cielo
y mas allá del horizonte,
y unías la leyenda y el cantar al ejemplo
como un nuevo Quijote.

Reflejo azul de una bondad divina,
por ti la roja guerra tuvo,
hundías barcos, salvabas vidas;
aún al enemigo diste amor,
y entre la sangre y la metralla,
puro pasaste el alma erguida por la mano de Dios.

Y como con la Patria te uniste y confundiste,
y eras un paradigma de heroísmo sin par,
a tu lado tuviste gallardos paladines;
pero la realidad te perseguía acechando tu ideal.

Duro el destino,
castiga y premia a los que osaron mucho:
los castiga en la carne y en la tierra y en el tiempo fugaz,
y los premia en el alma y en la gloria y les da eternidad.

Como tu par, insigne Bolognesi,
tenías que caer por nuestras culpas
y para ser ejemplo,
porque el destino escoge las víctimas más puras,
y así redime castigando pueblos
en el dolor de los que son mejores.

¡Tenías que caer!
Y en un dantesco círculo de fuego
se consumó tu sacrificio cruento.

¡Tenías que caer!
Como en un mito griego,
se hizo de sangre todo el horizonte,
y se alzaron como unos semidioses
los que contigo al holocausto fueron.

¡Tenías que caer!

¡Se hizo de sangre todo el horizonte,
pero el mar como nunca, fue color de laurel.

Fuente

Canciones dedicadas

Las Cautivas
La fuente dice así: Uno de los valses más queridos en el Sur, y muy antiguo. El inicio de su letra hace referencia a la partida del crucero Lima (mas bien una cañonera) que viajó a Chile por los restos del héroe peruano Miguel Grau en 1890. Por ello esta canción también es conocida como "A Miguel Grau" para diferenciarla de otras canciones que también se titularon "Las Cautivas". Bueno, el caso es que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX hubo una corriente patriótica en el Perú motivada por la reciente derrota en la Guerra del Pacífico y la situación de Tacna y Arica (las provincias cautivas) que estaban en poder de Chile.
Quien tenga información respecto al nombre de la cantante y de la producción en q incluye este tema, ruego me sepa informar para poder publicarlo.



Datos complementarios
De un foro peruano (iniciado en la fecha del 22/10/2009) dedicado al Combate de Angamos...

¿Quién Realmente Asesinó a Miguel Grau?

Cita:
La sentencia de muerte contra don Miguel Grau Seminario fue dictada cuando a un Presidente de la República se le ocurrió decir que: '...el Perú no necesita adquirir otros buques de guerra acorazados por que ya tiene dos: el Argentina y el Bolivia', refiriéndose al presunto apoyo de estos dos países ante la casi segura guerra que Chile preparaba (alentada por Inglaterra, claro está).

La sentencia, como repito, la dictaron los políticos peruanos, y la ejecutaron los marinos anglo-chilenos. Nuestro gran marino murió como consecuencia de la espeluznante ineptitud geopolítica de los hombres de Estado peruanos de entonces (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia) .
Tengamos presente esta información: En 1877 Nicolás de Piérola se sublevó en contra del gobierno del general Mariano Ignacio Prado y fue combatido por don Miguel Grau, que a la sazón era diputado por Paita y uno de los dos oficiales navales más prestigiosos junto con Aurelio García. Piérola jamás olvidaría esto.

En el gobierno del presidente Prado (1876-79) se realizaron esfuerzos para comprarle a Turquía un acorazado (de segunda mano) que era más grande que los acorazados que ya tenía Chile, pero al ser éste un buque fabricado en Inglaterra se necesitaba del visto bueno de este país a lo que se negó decididamente aduciendo que el Perú tenía la segunda deuda externa más alta del mundo después de la del imperio Turco Otomano, ascendiente a 36 millones de libras esterlinas. Como podemos constatar, Inglaterra proveyó dos acorazados a Chile pero le negó uno al Perú. La muerte de don Miguel era solo cuestión de tiempo.

Como toda marina dependiente tecnológicamente, el Huáscar tenía dentro de su tripulación de 204 marinos a 74 ingleses principalmente maquinistas y luego artilleros. Estos dispararon 61 granadas durante toda la campaña naval pero sólo acertaron tres granadas. El 5% de eficacia artillera. ¿Por qué, además de la falta de entrenamiento? Por ello, don Miguel ordenaba atacar con el espolón al estilo de los trirremes griegos y romanos. Igualmente, en el caso del encallamiento de la Independencia, fue por la ineficiencia e ineficacia de los artilleros ingleses que don Guillermo More ordenó acercarse para espolonear a la Covadonga. Ya que hemos mencionado a la Covadonga, es pertinente mencionar que su comandante, el tristemente célebre Carlos Condell De la Haza, el día del combate de Iquique vistió en su uniforme el emblema de la Real Armada Británica (?).

Del total de marinos combatientes en ambas escuadras el 8 de octubre de 1879 en Punta Angamos, o sea el solitario Huáscar y las naves chilenas Blanco Encalada, Cochrane (ambas fragatas acorazadas gemelas), O´higgins y Covadonga (el Loa y Matías Cousiño fueron en persecución de la corbeta peruana Unión); 612 eran británicos; 74 en el Huáscar y 538 en los buques chilenos. Es decir, en Angamos, del ciento por ciento de los combatientes, un 43% fueron británicos, 45% chilenos y 12% peruanos ¿Qué les parece? Además, la Armada de Chile nunca jamás le ha hundido un buque a la Armada del Perú.

El comando naval chileno encargó a un marino británico -Edwin Penton- la tarea de evaluar los daños del Huáscar y conducirlo hasta Valparaíso en donde se efectuarían las reparaciones. Existe un relato de Penton acerca de la llegada a este puerto el lunes 20 de octubre. En él, señala que los primeros en abordar el Huáscar fueron el capitán y la mayoría de oficiales del HMS (Him Majestic Ship -Buque de Su Majestad-) Shanon y que, luego, una comisión del almirantazgo chileno, compuesta por algunos oficiales con uniforme de gala, un sacerdote y unas damas, vinieron y se llevaron la capturada bandera peruana al templo del puerto y de allí a Santiago.

Ni se imaginan qué oficial fue designado como el primer comandante chileno del Huáscar...Carlos Condell De la Haza, el grotescamente inolvidable comandante de la Covadonga que ordenó fusilar a los naufragos peruanos de la Independencia en Iquique. A fines de enero de 1880 entregó el mando al Capitán Manuel Thomson Porto Mariño, quien muriera el 27 de febrero de ese año durante un combate con el monitor Manco Cápac en Arica.

James G. Blaine (1830-1893), Secretario de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica en el periodo del presidente James Garfield, escribió un informe a su presidente el 27 de abril de 1882 y que, entre otras cosas, dice lo siguiente:
'La victoria naval de Chile lanza todo el negocio peruano-boliviano del salitre a manos de Inglaterra. Una flota de de guerra inglesa compuesta por siete acorazados estuvo a lo largo de toda la costa, desde el Callao hasta Valparaíso. Ha estado ahí durante todo el periodo de la campaña naval, hasta la debacle del Huáscar. Los acorazados que destruyeron a la marina peruana fueron proporcionados por Inglaterra. Es más, hasta la tela de los uniformes de la infantería chilena es inglesa. Es un error completo hablar de esta guerra como si se tratara de una guerra entre Chile contra el Perú. EN REALIDAD, SE TRATA DE UNA GUERRA DE INGLATERRA CONTRA EL PERÚ'.
Más claro ni el agua, pero agua de los manantiales de nuestra maravillosa cordillera.

Cita:
¿Recuerdan la sublevación de Piérola de 1877 en donde se le enfrentó don Miguel? Pues bien, en el gobierno de Nicolás de Piérola (1895-99) el Congreso expidió la ley que nombraba Héroes a los combatientes de Angamos, pero éste se negó a firmarla y sólo aceptó hacerlo siempre y cuando se designase a don Miguel Grau como 'Héroe de segunda clase'. Aunque ustedes no lo crean.

En ese mismo Congreso estaba como diputado el coronel Agustín Belaunde quien fuera jefe del batallón Cazadores de Piérola, uno de los cinco batallones que luchó en la batalla de Arica. Recordemos que cuando el coronel Francisco Bolognesi convocó a una Junta de Guerra el 28 de mayo de 1880 para decidir la defensa de Arica el señor coronel Belaúnde manifestó su desacuerdo al considerar esa posibilidad como un suicidio. Por esta evidente manifestación de 'cobardía frente al enemigo' don Francisco ordenó su arresto en el monitor Manco Cápac del cual logró escapar la víspera de la batalla y sobrevivir. Ya de congresista, pidió que el nombre del entonces general Andrés Avelino Cáceres Dorregaray fuera borrado del escalafón del ejército. (Ay, carajo, Dios los cría y ellos se juntan).

Tengo familiares muy cercanos que han logrado visitar el Huáscar en la Base Naval de Talcahuano en Chile y me han referido que a los visitantes peruanos les ofrecen réplicas en miniatura del Huáscar, y que los guías chilenos suelen decir que don Miguel Grau fue 'traficante de chinos' (de los chilenos debemos esperar cualquier cosa) con la finalidad de disminuir su gigantesca figura. Hasta donde yo sé nunca jamás en el Perú se ha pretendido mancillar la memoria del Capitán de Navío Arturo Pratt, héroe máximo de la marina chilena -creo que hasta tiene un busto en el Patio de Armas de nuestra Escuela Naval en La Punta, Callao-. Por eso considero importantísimo que todos los peruanos nos preparemos muy bien culturalmente para desollar intelectualmente a cualquier chileno que nos venga con ese tipo de estupideces.

¿Deberíamos pedir que Chile nos devuelva el Huáscar sabiendo que sobre su cubierta también caminó el 'carnicero de Iquique', Carlos Condell De la Haza? Imaginemos por un desafortunado segundo que Barrabás también se hubiera secado el sudor con el Santo Sudario que usó Cristo, ¿también lo veneraríamos? ¿Por qué los chilenos idolatran esa nave? Pues simple y llanamente por que no tienen ni un solo ícono histórico cultural antropológico sobresaliente como las Líneas de Nazca, Chan Chan, Chavín, Tiahuanaco, Sacsayhuamán, Machu Picchu, etc., etc., etc., etc. y etc. Necesitan vitalmente el Huáscar para construir alrededor de él -igual que el Morro de Arica- historias que contarles a sus niños para convencerles que los crímenes cometidos por sus antepasados no fueron tales sino hazañas. Sin ellos, el chileno estaría desnudo sociológica y antropológicamente.

Finalmente, mis familiares me contaron que un vendedor chileno se le acercó a una adolescente peruana de unos 14 años ofreciéndole una réplica del monitor: '¿...no querí llevaite e´te Huácar a tu tierra, ya que no podí llevaite el otro, po?' Y la muchacha le contestó:
'¡Para qué, si en el Perú tengo el corazón de Grau, del Huáscar y Machu Picchu!

Esa era la realidad en la que combatio Miguel Grau. Se le encomendo la mision imposible de defender nuestro mar y todos en el Huascar sabian que iban hacia el sacrificio.

A pesar de esto y a pesar de la derrota el Huascar tuvo un comportamiento dignisimo, y aun en los altos mandos chilenos se le mencionaba con respeto. Su perdida era cuestion de tiempo y fue el mas duro golpe que sufrio la sociedad en esa infausta guerra, basta imaginarse la inmensa sensacion de perdida que sufrio nuestro pueblo, ya que su muerte anunciaba el principio del fin. A pesar de ello, dentro de lo malo y de lo grotesco el sacrificio del Miguel Grau parece ser lo unico rescatable en esa Guerra. Es la diferencia absoluta con la mediocridad que lo rodeaba, es y sera lo unico presentable que nos dejo esa Historia.

Desconfio mucho de las historias militares, muchas veces convierten en certezas los rumores. A lo mejor es consecuencia de mis recuerdos del gobierno de Velasco, tan plagado de nacionalismo exagerado (vetaron al Tio Jhonny por esa sarita a rayas, por ejemplo). Tengo mis dudas sobre otros heroes, no imagino a Jorge Chavez moribundo y que en lugar de pensar en su familia, en Dios, su padre o su madre tenga tiempo de gritar eso de "arriba mas arriba.....!" Asi por el estilo tengo mis dudas con otros personajes, cuanto quisiera que todo lo que nos enseñaron en el colegio sean verdades. No existen dos historias, mi profesor del Claretiano me dijo que existe una sola historia y cada uno de nosotros debemos encontrarla.

Pero de todas mis busquedas resalta Miguel Grau por sobre todos los heroes conocidos. Su fama traspasa incluso nustras fronteras.

Valdria la pena revisar un reportaje de Rodrigo Barria Reyes (publicado el 20 - 05 -2001), corresponsal de El Mercurio de Chile:



Cita:

REPORTAJES


Domingo 20 de Mayo de 2001


El Abordaje Peruano. La Otra Versión del Combate Naval de Iquique

Ganaron y no ganaron, pero no celebran. El 21 de mayo es un día cualquiera para los peruanos. Nada de feriados, desfiles, evocaciones heroicas u ofrendas florales. Sólo los más conocedores saben de la batalla entre Grau y Prat. Por eso, apenas se efectúan algunas ceremonias menores ligadas a instituciones de la marina del Rímac. ¿Qué dicen en Perú del máximo hito naval heroico chileno?


Por RODRIGO BARRIA REYES, desde Lima

"TRIPULANTES del Huáscar: ha llegado la hora de castigar a los enemigos de la patria y espero que lo sabréis hacer cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junín, Ayacucho, Abtao y 2 de mayo.¡Viva el Perú!".

Si los chilenos tienen su arenga clásica e inmortal de "muchachos, la contienda es desigual..." lanzada por Arturo Prat en las aguas de Iquique, su contendor peruano al mando del Huáscar también se encargó de esculpir en la bahía nortina un discurso que para los peruanos resulta igual de inmortal y glorioso.

Claro que acá mañana lunes 21 es un día como cualquier otro. Apenas los peruanos más conocedores y estudiosos de los acontecimientos de la Guerra del Pacífico pueden decir qué sucedió en Iquique en la mañana de un día miércoles 21 de mayo de 1879.

¿Acaso un olvido premeditado destinado a minimizar la gesta heroica de Arturo Prat?

Para nada. Es la misma indiferencia de la que se podría acusar a los chilenos por no conocer los acontecimientos del 8 de octubre de 1879, fecha de la también heroica muerte de Miguel Grau y que acá en Perú es rememorada con igual pasión patriótica con que en Chile se recuerda la hombría de Prat.

Los "agresores" chilenos

"No comprendemos qué pretextos, siquiera, se escogitan para el temerario avance de llamarnos a combate, pero no necesitamos conocerlos: cuando se llama a nuestras puertas para asuntos que interesan la honra del Perú, no pedimos explicaciones previas. Estamos listos a requerir nuestras armas. Escuchamos antes que todo las exigencias del deber y no creemos que entre ellas pueda haber ninguna superior al mantenimiento de la dignidad nacional. Se nos declara la guerra.¡Sea...!"

Las palabras de José Antonio Miró Quesada, entonces director del más influyente y creíble de los diarios peruanos, "El Comercio", no deja espacio para dudas respecto del ánimo que existía en Perú ante el ya inevitable enfrentamiento bélico con los chilenos.

Sorprende revisar los libros de historia del Perú. Más aún los que se refieren al conflicto bélico mantenido con Chile el siglo antepasado. Acá, la apariencia inocentona y pacífica que suele enseñarse en nuestras aulas respecto de las razones del ingreso de Chile a la guerra se desmorona entre sentimientos de enemistad y lejanía. Por eso no es de extrañar que en Perú la versión de los hechos que llevaron al conflicto bélico difiera respecto de la relatada por el "vencedor".

"Desde la época colonial va incubándose en los habitantes del paupérrimo país chileno una honda envidia hacia nuestro próspero país. A Chile debía producirle sentimientos de inferioridad moral el hecho de saber que el imperio de los Incas había irradiado su poder hasta las riberas del río Maule, llevando una avanzada cultura a sus turbulentos habitantes semisalvajes y, al comparar el esplendor y decidido influjo del virrenato de Lima con su propia pequeñez espiritual y material, crecíale el odio, impotente por entonces", dice con palabras filosas Manuel I. Vegas en su "Historia de la Marina de Guerra del Perú" al comenzar el capítulo correspondiente a la guerra con Chile.

El análisis peruano que se hace respecto del orígen del conflicto es que los chilenos, una vez que habían completado un bien urdido programa de adquisiciones bélicas, no tuvieron más que encontrar un pretexto preciso y justificable con tal de expandir sus ansias territoriales y monetarias. Se suele hablar por acá de "hambrientas masas de proletariado chileno" que poco a poco fueron ocupando los territorios salitreros de Bolivia y Perú.

Pero también se reconoce que las transacciones comerciales del salitre se hacían casi más en Valparaíso que en Callao y que los chilenos habían tenido la habilidad diplomática y comercial como para que en Europa se hablara del "salitre chileno" y no del "salitre peruano".

Del impuesto establecido por los bolivianos apenas se comenta. Sí se pone énfasis, eso sí, en el hecho de que el plan armamentista chileno se viera refrendado por la invasión a la ciudad de Antofagasta.

Suele dejarse constancia en los libros históricos peruanos que el país del Rímac efectuó todos los esfuerzos necesarios con tal de impedir un conflicto con los chilenos. Una aspiración que se habría visto truncada únicamente debido al pacto que mantenían con los bolivianos y a la necesidad de poder detener los deseos expansionistas del país del sur.

En general, hay tres elementos básicos que los peruanos establecen como mandamientos fundamentales de lo que fue la Guerra del Pacífico y el resultado final de la misma: que la contienda se decidiría en el mar, que los peruanos no estaban preparados para enfrentar a los chilenos y que el enemigo "mapochino" era claramente superior a ellos.

Por ello es que en sus textos de historia se enaltece una y otra vez la astucia y hombría de los marineros peruanos - en una escuadra desmejorada- al poner en serios problemas a la poderosa marina chilena.

Por supuesto, Miguel Grau, el máximo héroe militar peruano, ocupa el lugar de privilegio en todos los relatos históricos que se hacen por acá. "Durante medio año Chile quedó prácticamente paralizado por la acción de un solo buque: el legendario Huáscar, de sólo mil 100 toneladas de desplazamiento, comandado por el inmortal Grau. Las correrías de ese monitor fueron el asombro del mundo entero y la rabiosa desesperación del enemigo", puede leerse en algunos libros peruanos en que se analiza el accionar del buque contrincante de La Esmeralda.

Si el buque y la persona de Prat desvelan los sueños heroicos de los chilenos, en Perú el enfrentamiento del 21 de mayo es apenas el comienzo del relato de quien ocupa la página más admirada del Perú.

"Indudablemente nuestro almirante es el héroe número uno del país. Para nosotros la importancia del combate naval de Iquique es que ahí comienza una trayectoria militar brillante por parte de Miguel Grau y un legado de caballerosidad que no es fácil encontrar en situaciones de conflicto", señala el contralmirante Melitón Carvajal, presidente del "Instituto de Estudios Histórico Marítimos del Perú", una de las pocas entidades peruanas que mañana recordará el combate de Iquique.

Es precisamente el propio Miguel Grau quien, en su informe a la superioridad naval peruana una vez ya consumada la batalla de Iquique, relata de primera fuente lo que fue esa mañana de 21 de mayo.

"Al aproximarse nuestros buques al puerto de Iquique noté que efectivamente tres buques cadeaban. Pronto pude reconocer entre ellos a La Esmeralda y a la Covadonga que se ponían en movimiento tomando posiciones defensivas a la par que salía del puerto un vapor con bandera norteamericana, probablemente La Mar, y se dirigía al sur. Llegado el Huáscar a los mil metros aproximadamente al norte del fondeadero de los buques enemigos mandé a fianzar el pabellón y ordené a la Independencia, que venía por el norte próxima a la costa y a cinco millas de distancia, se dispusiese para el combate".

Las dudas peruanas

Pieza clave del relato del combate naval del 21 es el intento de abordaje de Prat, lejos la acción militar individual más admirada y reverenciada por los chilenos.

No sucede lo mismo en Perú, donde los autores prefieren consignar ese hecho pero dejándolo cubierto de un velo de duda respecto de las motivaciones verdaderas de Arturo Prat para haber llegado a la cubierta del Huáscar.

Dice el texto "Historia de la Marina de Guerra del Perú", del autor Manuel I. Vegas, correspondiente al tomo que abarca los años 1821-1924, que "en uno de los primeros intentos de espoloneo cayeron o saltaron a cubierta del monitor el comandante Prat y algunos tripulantes de La Esmeralda. Si fue deliberada o no su caída, la juzgan de distinto modo aquellos que presenciaron el combate o han escrito de él".

En todo caso, pese a ciertas excepciones, se suele reconocer como verdaderas las palabras del propio almirante Miguel Grau: "intentaron abordar el buque y perecieron en la defensa de ese abordaje víctimas de su temerario arrojo". Pese a ello, igualmente se consignan dudas respecto de las motivaciones deArturo Prat para haber perecido en la cubierta del Huáscar.

Así, por ejemplo, en la "Historia de la Marina Peruana" se asegura que un testigo del Huáscar vio a Prat "caer" a la cubierta de la nave enemiga, ponerse de pie, dar unas vueltas como para orientarse y luego caer nuevamente, pero ya muerto.

También se consigna que Arturo Prat simplemente "cayó" al Huáscar producto del choque de ambos navíos y que Grau no pudo ver a Prat por impedírselo la torreta de la nave.

En general, los textos peruanos y los historiadores locales no escabullen en ningún momento las características heroicas que para uno y otro capitán tuvo la batalla de Iquique. Pero también son igualmente perentorios respecto de contener las bondades hacia Prat ya que "él no necesita las ampulosas frases que le dedican los historiadores chilenos".

Los peruanos coinciden en poner en entredicho el cúmulo de leyendas que suelen engendrarse a partir de cualquier gran epopeya. Por eso acá se duda y critica con especial fuerza las afirmaciones de que Arturo Prat tenía planeado de antemano o que había esbozado con anterioridad al enfrentamiento con Grau su intención de abordar el Huáscar.

Los libros navales peruanos son contundentes en este aspecto: "un marino inteligente como Prat jamás podía suponer que su buque, con la mitad del andar del monitor Huáscar, pudiese alcanzarlo o que la nave peruana lo esperase o que usase su espolón para acercarse a La Esmeralda, cosa que ocurrió sólo cuando tuvo el convencimiento de la torpeza de sus artilleros".

Es más: se basan en los propios testimonios de los chilenos para descartar cualquier intencionalidad de Prat para subir al barco enemigo. Para ello, echan mano al relato de Uribe, quien señaló que "la órden de Prat no se oyó en la confusión del combate, el estruendo de los cañonazos, los gritos de los soldados y los quejidos de los moribundos". De ahí la conclusión evidente para los peruanos: la idea de Prat fue una cosa del momento y, por consiguiente, no hubo preparación para el abordaje.

Pero quizás una de las afirmaciones más controvertidas para los chilenos es el relato que se hace respecto de la causa exacta de la muerte de Arturo Prat. La "Historia de la Marina de Guerra del Perú" no deja lugar a dudas: "tampoco se puede admitir que se diga que lo mataron balas peruanas. No. En la cubierta del monitor, hacia el castillo no había gente, pues se les ordenó guarecerse en la popa por razón del fuego nutrido que hacían las ametralladoras de La Esmeralda, y es más natural deducir que esos disparos mataron a Prat".

Y nuevamente se utiliza como fuente el relato de Uribe para confirmar la sentencia histórica peruana. Dice el chileno al cual recuerdan los textos peruanos: "si el comandante del Huáscar al espolonear a La Esmeralda en Iquique no hubiera estado al abrigo de su torre de mando, habría muerto cien veces antes de que el espolón de su buque hubiese tocado el costado de la corbeta chilena y, como él, todos los que hubiesen sucedido en el mando sin ese abrigo".

Cañonazos y cartas

Si se admira de Grau su habilidad en la técnica de la guerra, hay dos elementos que hacen de su figura la más venerada del país: su ejemplo moral y ético.

Lejos, el pasaje más recurrido para resaltar estos aspectos de la personalidad del marino peruano es el que recuerda la forma de actuar que tuvo Grau una vez hundida La Esmeralda.

Particularmente duro en este aspecto es el autor Tomás Caivano en su libro "Historia de la Guerra de América entre Chile, Perú y Bolivia". Ahí, en esas páginas, queda de manifiesto el mayor de los rencores peruanos en contra de la gesta del 21 de mayo.

"Mientras el generoso comandante del Huáscar se esforzaba notablemente en salvar los náufragos de La Esmeralda, ¡cuán distinta era la suerte que corrían los de la Independencia!".

Caivano echa mano de la relación que hiciera en su momento el oficial de señales del buque peruano asediado por la Covadonga chilena: "al vernos encallados, nos cañonearon impunemente por más de 40 minutos, y con las ametralladoras de sus cofas fusilaban a nuestros náufragos que procuraban salvar, unos en botes y otros a nado. Mientras el comandante del monitor Huáscar hacía todo humano esfuerzo por salvar a los náufragos de La Esmeralda, el de la nave chilena se encarnizaba contra los igualmente náufragos de la Independencia, quienes eran asesinados bárbaramente cuando se esforzaban en salvar sus vidas del furor de las olas".

Por supuesto, la carta que envía Miguel Grau a su cuñada chilena Manuela Cabrero de Viel es otro de los elementos más resaltados. En ella los peruanos visualizan el tono caballeresco y los fundamentos éticos básicos que deben mantenerse hasta con el más fiero de los enemigos. En todos los textos la herencia epistolar de Miguel Grau es casi tan sagrada como sus triunfos.

Dice la carta enviada por el marino peruano a Cabrero de Viel y que sirve para confirmar la presunción peruana y la verdadera admiración que Grau sintió por su contrincante chileno: "El valiente comandante de La Esmeralda murió como un héroe en la cubierta de su buque en momentos en que emprendió un abordaje temerario. Yo hice un esfuerzo supremo por salvarlo, pero desgraciadamente fue ya tarde. Su muerte me amargó la pequeña victoria que había obtenido y pasé un día muy afligido. Conservo de Prat su espada con los tiros y algunas frioleritas que te remitiré oportunamente para que las hagas llegar a su pobre viuda, que las estimará como un triste recuerdo de su infortunado esposo".

Si la historiografía peruana se ha encargado de resaltar la figura de Grau, ciertos textos de algunos historiadores supuestamente "objetivos" tampoco han ayudado mucho como fuente creíble. Parten bien los textos para los chilenos, pero finalmente caen en un torbellino de inventiva.

"No se puede dejar de sentir admiración ante la bravura desplegada por los comandantes de entrambos pequeños buques chilenos (Esmeralda y Covadonga), quienes sin mirar la superior fuerza de la escuadra enemiga enviaron a su gente a los cañones y aprestaron sus buques a la acción, resueltos a todo evento a sacrificarse por la honra de su bandera antes que ceder a la fatalidad abrumadora", señala el autor inglés Sir Clements Markham en su obra "La Guerra entre Perú y Chile", uno de los textos "independientes" que se pueden encontrar en Lima y que se encarga de analizar a ojos de un extranjero los acontecimientos de la Guerra del Pacífico.

El relato del inglés está, eso sí, cargado de antecedentes fantasiosos los cuales claramente cumplen con la misión de intentar "equiparar" las bondades de uno y otro lado.

Quizas un párrafo específico de su obra es el que mejor exhibe esa capacidad novelesca del autor. Dice así: "Pratt (sic) se precipitó por la cubierta del Huáscar y el capitán Grau, viendo el peligro que corría y ansioso de salvarle la vida, le gritó... ¡ríndase capitán, queremos salvar la vida de un héroe!".

Está claro, después de echar un vistazo a los textos disponibles en Perú, los sentimientos y evaluaciones de uno y otro lado difieren enormemente. El sabor de 21 de mayo es muy distinto en Perú del que se vive en Chile. Una sentencia resume de buena manera el "abordaje" que los peruanos hacen del combate naval de Iquique: "de carácter esencialmente fanfarrón, el pueblo chileno sentía la necesidad de celebrar una clamorosa victoria que cubriese ante él y ante el mundo la impericia desplegada por su escuadra en los 45 días desde su entrada en campaña".

GRAU, PERUANO DEL MILENIO

"SEGUN relación de V.S., el almirante Grau ha muerto valientemente en el combate. Cuide V.S. que su cadáver sea dignamente sepultado, de manera que jamás se dude de su autenticidad. Será devuelto al Perú cuando lo reclame. El pueblo chileno, obedeciendo a sus tradiciones, se hace un deber en prestar homenaje al valor i a la honradez. Preste V.S. cuidadosa atención a los heridos i prisioneros enemigos. Domingo Santa María, Miguel Luis Amunátegui, Augusto Matte, José Gandarillas".

Esas fueron las instrucciones del gobierno chileno cuando se conoció la muerte de Miguel Grau ese 8 de octubre de 1879 en Angamos. Los restos fueron inicialmente enterrados en Mejillones, pero el comandante de la Chacabuco y concuñado chileno de Grau, Oscar Viel Toro, pidió la exhumación de los restos y el traslado a Valparaíso para que se le enterrara en la cripta familiar de los Viel.

11 años estuvo Grau enterrado en el puerto chileno. En junio de 1890 una comitiva peruana viajó a Valparaíso para llevar los restos del almirante de regreso al Perú. El crucero Lima fue el encargado de trasladarlos hasta el puerto peruano de Callao. En la capital peruana, Miguel María Grau Seminario fue primero enterrado en la cripta del mariscal Castilla, para luego, en 1908, pasar a ocupar un lugar definitivo en el Monumento de los Héroes.

Años después, en 1958, una comitiva de grumetes peruanos, encabezados por el bisnieto de Grau, recibió de manos del Presidente Carlos Ibáñez del Campo una pequeña astilla de la tibia del almirante peruano - del tamaño de un fósforo- , la que llegó hasta la Escuela Naval en el puerto de Callao, en donde se exhibe en una pequeña cápsula trasparente en lo que es, sin duda, la pieza más venerada de la historia militar peruana. Elegido el año pasado como el "peruano del milenio", Miguel Grau está extendido en infinidad de calles, plazas y escuelas.

Sus pertenencias más preciadas están en el Museo Naval de Callao. "Hay una casa en el centro de Lima que se mantiene como museo. También su residencia original en la ciudad de Piura. Pero la mayor colección personal se encuentra en estas dependencias", señala el capitán Fernando Agüero, director del museo institucional.

¿Qué es de los Grau hoy?

"Somos una familia de clase media-alta, de profesionales, creyente y más bien conservadora. No nos reunimos mucho. La última vez en que lo hicimos fue a propósito de los 150 años del nacimiento del almirante", aclara Fernando Grau, bisnieto del héroe peruano.

El 8 de octubre, y a propósito del combate de Angamos - equivalente a nuestro 21 de mayo- se procede en la Plaza Grau de Callao con la principal de las ceremonias cívico-militares del Perú. Incluso, a las 9:50 horas - hora de la muerte del marino peruano- es extendida la tradición de que la población deje a un lado sus actividades para proceder con un minuto de silencio.

Lejos de resquemores, sorprende que la propia marina peruana se muestre extremadamente abierta y generosa al momento de hablar del tema de la Guerra del Pacífico, del combate del 21 de mayo y de sus dos protagonistas principales.

La respuesta la da Bolognesi
Francisco Bolognesi tiene la respuesta a esta pregunta en esta tierna y conmovedora carta que envio a su esposa antes del 7 de julio.
"... Esta será seguramente una de las últimas noticias que te lleguen de mí, porque cada día que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendición o aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas son latentes y determinantes. Los días y las horas pasan y las oímos como golpes de campana trágica que se esparcen sobre éste peñasco de la ciudadela militar engrandecida por un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear sin desmayo en el combate para no defraudar al Perú. ¿Que será de ti amada esposa? Tu que me acompañaste con amor y santidad. ¿Que será de nuestros hijos, que no podré ver ni sentir en el hogar común? Dios va a decidir éste drama en el que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapacidad la sentencia que nos aplicará el enemigo. Nunca reclames nada, para que no se crea que mi deber tiene precio...”

Por otro lado, hay toda una historia sobre los pertrechos militares que no llegaron al Peru, siempre se habla sobre la ayuda inglesa a la causa chilena tanto economicamente como militar, pero nada se dice de los demas paises que no le negaron su apoyo a Chile, como Belgica y Francia (que proveyeron de los rifles comblain y grass) y de Prusia (alemania)que proveyo de la artilleria de campaña y de montaña Krupp.

Les dejo este interesante articulo relacionado con las compras fallidas de barcos de guerra:

LAS GESTIONES PARA ADQUIRIR BARCOS.

Inútiles resultaron, a veces por falta de crédito, a veces por insuficiencia del dinero disponible, a veces por la eficacia de las maniobras diplomáticas chilenas, a veces por querellas políticas y personales, las gestiones para reforzar la escuadra hechas por Canevaro, Rosas, Goyeneche, Luciano Benjamín Cisneros (ministro en Italia): Aníbal Villegas, Pflucker y Rico, Simón G. Paredes, los marinos Alejandro Muñoz y Ulises Delboy y otros peruanos abnegados en Europa; y José Carlos Tracy, Astete, Elmore y Alvarez Calderón en Estados Unidos. Estas gestiones se prolongaron hasta las batallas de San Juan y Miraflores. Hubo esperanzas, que luego resultaron defraudadas, en barcos pertenecientes a Francia, España, Turquía, Portugal, Dinamarca, Italia, Grecia, China y Brasil.

El gobierno argentino, afanado en conseguir blindados, se convirtió en un momento en competidor del Perú.

En el capítulo relativo a los aspectos económicos de la guerra se tratará de la colecta popular para comprar barcos y de la misión de Julio Pflucker y Rico.

Esta colecta reunió unas 120.000 libras esterlinas, suma insuficiente.

El gobierno francés tenía en venta dos acorazados relativamente poderosos, el Solferino y el Gloire. Los comisionados peruanos trataron de comprar este último por medio de un agente de Nicaragua. Pero la legación chilena descubrió la treta y una nota oficial que dirigió al ministro de Relaciones Exteriores de Francia bastó para suspender la venta.

Las negociaciones para adquirir en Turquía el acorazado Fehlz-Bolend tuvieron como intermediario a un banquero griego. Varios políticos y palaciegos recibieron dinero para inducir al sultán a suponer que este personaje intentaba comprar el barco con el fin de venderlo a Japón. Un marino inglés que, bajo el título de Hobbart Baja, estaba al servicio de Turquía, deseoso de evitar a dicho país la pérdida de una de sus mejores unidades navales, optó por advertir a la legación chilena en Londres sobre el negocio en vísperas de que fuese concluido en Constantinopla. El escritor chileno Raúl Silva Castro ha publicado en su libro sobre Alberto Blest Gana datos sobre la correspondencia entre este diplomático y novelista chileno y su gobierno para impedir la operación proyectada. Un funcionario chileno fue enviado a Constantinopla cuya finalidad era la de que "mediante un estipendio de no menos de tres mil libras esterlinas (dice Silva Castro) influyese en el ánimo del sultán para que éste no accediera a vender buques al Perú".

En España la acción de la diplomacia peruana fue directa y trató de hacer valer el argumento de que el pacto de tregua indefinida vigente entre la antigua metrópoli, Chile y el Perú (antes de firmarse el tratado peruano-español de paz en 1879) no impedía, según los principios del desarrollo Internacional, la venta de materiales de guerra a uno o a ambos beligerantes. El rey Alfonso XII no aceptó esta interpretación y comunicó a la legación chilena en París el proyecto peruano manifestando, al mismo tiempo, su firme propósito de mantener una estricta neutralidad durante la guerra del Pacífico.

Una de las probabilidades más ciertas estuvo acaso relacionada con la misión del capitán de navío Luis Germán Astete para adquirir en Nueva York el blindado Steven Battery. A este buque se refirió también con esperanza el general Prado en su manifiesto de Nueva York. Dice Joaquín Torrico en su informe en nombre de la comisión investigadora por los gastos de la guerra, nombrada en la época de Iglesias, que nada faltaba sino pagar el blindado para la cual se telegrafió a los agentes financieros del Perú en Europa con la finalidad de pedirles 750.000 dólares; pero que los comisionados contestaron "a mediados de enero de 1880 que habiendo tenida la República un cambio de gobierno no podían poner a su disposición los fondos que pedía". Según otras opiniones el Stevens Battery era inservible. Se trataba de una batería naval mandada a construir por el acaudalado norteamericano Robert L. Stevens en Heboken, al norte de Nueva Jersey, frente a Nueva York, al lado derecho del río Hudson. Stevens construyó esta batería bajo caprichosas ideas y la destinó a ser vendida al gobierno de estados Unidos; pero su ofrecimiento fue rechazado por considerar que se trataba de un artefacto inservible, según informes de la marina ratificados posteriormente por un delegado de la casa constructora de John Elder en Inglaterra. Stevens obsequió por testamento su batería al Estado de Nueva York pero éste no podía tener marina propia y la rechazó. Piérola tampoco aceptó la oferta para que el Perú comprase el Stevens Battery y que todavía no había sido concluido. Primó la idea de que no hubiera podido jamás llegar hasta las aguas del Pacífico y de que no se trataba de un buque destinado a atravesar los mares sino a defender el puerto de Nueva York. El 29 de setiembre de 1880 el Stevens Battery fue rematado a un armador de ese puerto por 55.000 dólares, con el fin de aprovechar el hierro y la madera.

Lo ocurrido en Dinamarca es otro episodio típico de aquel momento. En virtud de recomendaciones apremiantes de Luciano Benjamín Cisneros, ministro en Italia comenzó Aníbal Villegas, cónsul en Hamburgo, a hacer en mayo de 1879 diligencias con el objeto de ver si se podía obtener algún buque de guerra. Logró al fin el dato de que era factible adquirir la fragata blindada Dinamarca. Los marineros peruanos aprobaron este barco aunque su velocidad no era grande y se consiguió la bandera de un país no beligerante; pero el gobierno danés rehusó porque era de un Estado tan pequeño que no ofrecía la garantía necesaria para sumir la responsabilidad eventual del caso. Esta dificultad pareció obviada cuando se logró que dicho gobierno aceptara el negocio con un comerciante autorizado. Los marinos Muñoz y Delbo se manifestaron también satisfechos con un buque blindado más pequeño y que también podía comprarse en Dinamarca pero no antes que la fragata. En agosto de 1879 el asunto parecía en camino a un buen resultado. Pero los señores Canevaro y Cisneros (informados por Villegas de lo que ocurría) manifestaron que no podían hacer el depósito de 20.000 libras esterlinas exigidos como cuestión previa; y además, surgió la esperanza de obtener una nave mejor. La correspondencia sobre la negociación aquí referida conservada en el archivo Villegas duró hasta noviembre de 1879 sin que se concretase nada.

Falta estudiar en detalle, con los documentos necesarios, la acción para la compra de unidades navales destinadas al Perú en esta guerra. El único barco que llegó fue después de firmada la paz (otro quedó entregado a los acreedores) fue (con fondos de los donativos populares) el crucero Lima, construido en 1880 en los astilleros de Kiel, con 1.790 toneladas, 77.70 m. de largo y 10.30 m. de ancho y 5.70 m. de altura, 2 hélices, 2.000 caballos de fuerza, 4 cañones de 10 mm. y 2 ametralladoras, 14 nudos de andar por hora. Los transportes Chalaco y Constitución que junto a la Lima, conformaron la nueva marina peruana después de la guerra con Chile fueron construidos en 1884 (San Francisco) yen 1866 (Newcastle) respectivamente.

La escuadra no logró, pues, ser reforzada durante la guerra. A pesar de las ilusiones albergadas en el Perú y también en Bolivia consta en la correspondencia guardada en el Archivo Nacional de Washington que, tanto los diplomáticos norteamericanos residentes en Lima, Gibbs y Christiancy como el almirante Rodgers, jefe de la flotilla del Pacífico, consideraron desde el primer momento que el Perú perdería la guerra por su debilidad en el mar.

Tampoco alcanzaron el éxito esperado los torpedos que W. R. Grace adquirió en Estados Unidos del ingeniero John Louis Lay, famoso durante la guerra de secesión; de la United States Torpedo Company y de la fábrica Herreshobb.

Como ven...todo un mundillo sordido de tarjetazos, corrupcion e influencias se movia tras bambalinas de uno y otro lado...y poderoso caballero es don dinero para estos casos..Chile tenia ya todas las de ganar con su diplomacia mas aguzada que andaba siempre un paso por delante de la dividida diplomacia peruana y con el poder inmenso que significaba "tener" ya los yacimientos salitreros y guaneros, ya solo era cuestion de entenderse con los accionistas europeos.

Comentarios

Anónimo dijo…
PER LE DECLARO LA GUERRA A CHILE, DEJEN DE MENTIRSE, NO CHILE AL PERU, DE HECHO EL CONFLICTO ERA CON BOLIVIA, PERO EN VIRTUD DE UN PACTO SECRETO , PERU SE VE EN LA OBLIGACION DE DECLARAR LA GUERRA A CHILE, INMENSO ERROR , MAS ALLA DE CUALQUIER COSA QUE INVENTEN MENTES AFIEBRADAS , FUE UNA ESTUPIDEZ DECLARAR LA GUERRA A UN PAIS COMO CHILE INMENSAMENTE SUPERIOR AL PERU EN TERMINOS MILITARES , TAMBIEN EN PERTRECHOS BELICOS , OFICIALES Y SOLDADOS CON UNA ENORME DISCIPLINA , EN PERU MUCHOS SOLDADOS ANDABAN A PIE DESCALZO , SIMPLEMENTE FUE UNA ABERRACION PERUANA Y SE DEBE ASUMIR COMO ERROR HISTORICO

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